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Aquí vemos otro siniestro ejemplo de los privilegios de la religión. El 21 de febrero de 2006, el Tribunal Supremo de Estados Unidos dictaminó, de acuerdo con la Constitución, que una iglesia de Nuevo México podía estar exenta de cumplir la ley contra el consumo de drogas alucinógenas, que todos los demás debían obedecer (8). Los miembros del Centro Espiritista Beneficiente União do Vegetal creen que solo pueden comprender a Dios cuando beben infusión de ayahuasca, que contiene una droga alucinógena ilegal, dimetiltriptamina. Fíjense que es suficiente que ellos crean que la droga mejora su conocimiento. No necesitan justificarlo de ninguna manera. Por el contrario, hay muchas evidencias de que el cánnabis mejora las náuseas y el malestar provocado por la quimioterapia en pacientes que padecen cáncer. Pero el Tribunal Supremo dictaminó en 2005, de nuevo según la Constitución, que todos los pacientes que utilizaran cánnabis con fines medicinales eran susceptibles de ser perseguidos federalmente (incluso en la minoría de estados donde está legalizado ese uso especializado). La religión, como siempre, termina ganando.